martes, 25 de noviembre de 2008

CIENCIA Y TECNOLOGÍA EN AMÉRICA LATINA

CIENCIA Y TECNOLOGÍA EN AMÉRICA LATINA

Niveles de desarrollo de la ciencia y tecnología en América latina

En América Latina la preocupación las políticas de ciencia y tecnología surgieron muy pocos años después que los países industrializados tomaran conciencia acerca de su importancia. Una peculiaridad de la región ha sido la íntima vinculación entre estas políticas y la problemática del desarrollo.

Después de la segunda guerra mundial se pusieron en marcha grandes programas de reconstrucción de los países beligerantes y a ello se aplicó la tarea de muchos de los organismos multinacionales recién creados. El comercio internacional se fue recuperando, pero América Latina encontró dificultades crecientes para beneficiarse de los flujos de intercambio. Los actores más destacados de la región comenzaron a experimentar una desconfianza creciente acerca de los presuntos beneficios del modelo internacional vigente.

Cuando los países de América Latina cayeron en la cuenta de su marginación respecto a los nuevos escenarios de la economía y la política internacionales, alzaron sus voces para instalar la problemática del desarrollo en la agenda de temas prioritarios de la comunidad internacional. Por efecto de aquellas presiones fue creada la CEPAL, como un organismo especializado en la economía latinoamericana y la cuestión del desarrollo fue reconocida como la prioridad estratégica fundamental para la región.

Los economistas del desarrollo vinculados en su mayoría a organismos internacionales, y sobre todo a la CEPAL, coincidían en la inconveniencia de una inserción pasiva en el comercio internacional. La solución propuesta fue impulsar políticas de industrialización por sustitución de importaciones (ISI) a partir de una activa intervención del estado para regular el funcionamiento de los mercados.

En este marco, los países de la región comenzaron a abrir el campo de la política científica y tecnológica. A partir de la década de los cincuenta, muchos de ellos crearon instituciones destinadas a la política, el planeamiento y la promoción de la ciencia y la tecnología. Aquellas acciones, que recibieron un gran impulso en la siguiente década, fueron en muchos aspectos discontinuos y contradictorias, pero en otros exhibieron una notable continuidad debido a que, en general, fueron diseñadas siguiendo las pautas organizativas y la concepción general que difundieron activamente UNESCO y OEA.

Ambas organizaciones “sembraron la idea de que la ciencia y la tecnología eran una usina de crecimiento, en un rico suelo fertilizado por el deseo de la modernización y el desarrollo“(Dagnino 1999).

Apenas comenzada la década de los sesenta, el apoyo a la ciencia y la tecnología entró en la agenda de la cooperación hemisférica. La preocupación dominante inicialmente fue la necesidad de desarrollar metodologías para la planificación de la política científica y tecnológica, en el marco de la planificación general del desarrollo. Este punto de vista quedó claramente expresado en la Declaración de los Presidentes de América, surgida de la reunión de Punta del Este en 1967.

Sin embargo, pese a tales esfuerzos, la cruda realidad de la vida económica hizo que el proceso de ISI se nutriera de tecnología transferida en forma incorporada a las grandes inversiones de capital, sin que se prestara suficiente atención a las fases de adaptación a las condiciones de mercado, aprendizaje y todas aquellas que hoy se engloban en el concepto de trayectoria tecnológica de las firmas (Bell, 1995). El resultado fue una baja capacidad tecnológica del sector productivo de los países latinoamericanos, escasa demanda de conocimientos tecnológicos generados localmente y, por lo tanto, sistemas científicos escasamente vinculados con los procesos económicos y sociales.

Al cabo de algunas décadas, el modelo de ISI fracasó en resolver el problema y, en algunos aspectos, hasta lo agravó, pese a haber alcanzado cierto éxito en impulsar el crecimiento de la industria de manufacturas en muchos países de la región.

La crisis de la década los ochenta, a la que se conoce como la “década perdida” por los países latinoamericanos, produjo una ruptura en la confianza de que existía un camino hacia el desarrollo endógeno y dio lugar, en cambio, a políticas de ajuste, estabilización y apertura de las economías, que fueron consideradas como un paso necesario –aunque no suficiente- para intentar la vía alternativa ofrecida por la globalización.

La experiencia de América Latina en utilizar la política científica y tecnológica como instrumento de desarrollo, pese a ciertos logros en el plano académico, no puede ser considerada como un éxito. Algunos autores señalan que esto se debió a ciertos factores que acentuaron los aspectos negativos del enfoque basado en la oferta. El primero de ellos fue la escasa demanda de conocimiento científico y tecnológico por parte del sector productivo. El segundo factor tuvo carácter estructural y consistió en la inexistencia o la extrema fragilidad de los vínculos e influencias recíprocas entre el estado, la sociedad y la comunidad científica (Dagnino, 1999). La importancia de este problema fue claramente percibida por Jorge Sábato, quien propuso, como modelo orientador de las estrategias de desarrollo, un "triángulo de interacciones” entre los vértices correspondientes al gobierno, el sector productivo y las instituciones científicas y académicas (Sábato, 1969).

En la práctica latinoamericana, el vacío dejado por la demanda del sector productivo fue ocupado por la comunidad científica. Ella jugó, en el diseño de las políticas latinoamericanas de ciencia y tecnología, un papel que excedió por mucho la influencia que tuvo en los países avanzados.

“Algunos miembros de la comunidad científica, principalmente relacionados con las disciplinas universitarias tradicionales, con el poder adquirido a través de un mecanismo de transducción tuvieron considerable influencia en el diseño de las políticas de ciencia y tecnología. Este mecanismo transforma el prestigio derivado de las actividades académicas, en particular, de las comunidades disciplinarias, en autoridad política y poder de representación de la comunidad científica” (Dagnino, 1999).

Ya desde finales de los sesenta, un sector surgido del propio núcleo de las comunidades científicas de los países de América Latina había comenzado a manifestar una actitud crítica respecto al modelo de desarrollo seguido hasta entonces en relación con la ciencia y la tecnología. Este fenómeno, convergente a posteriori con otras corrientes originadas en el ámbito de la economía, fue parte importante de lo que más tarde sería denominado como “pensamiento latinoamericano en ciencia y tecnología” (Albornoz, 1989).

La crítica al modelo preexistente fue enfocada desde distintos ángulos. Desde uno de ellos se destacó el carácter marginal de la ciencia en la región, vinculándola con la dependencia de los centros de poder mundial. Desde esta perspectiva crítica se señalaba que la producción científica tenía más relación con las necesidades internas del grupo social que las generaba, que con los requerimientos propios del desarrollo del país dependiente (Herrera, 1971). Otros autores caracterizaban al sistema científico de los países latinoamericanos como "exogenerado” y “endodirigido” (Suárez, 1973). Un cuestionamiento más radical se tradujo en la distinción entre la ciencia “importada”, “copiada” o generada localmente en función de demandas sociales, y el modelo de país que a cada una de ellas correspondía (Varsavsky, 1969).

NIVELES DE SUBDESARROLLO DE LA CIENCIA Y TECNOLOGÍA EN AMÉRICA LATINA

Las inversiones en destrezas y tecnología desempeñan un papel central en el aumento de la productividad y el ingreso durante un periodo sostenido de tiempo. Los países rara vez han demostrado un buen desempeño sin haber efectuado estas inversiones. Porque destreza y tecnología se complementan resulta más productivo realizar estas inversiones de modo sincronizado. De hecho, es más fácil aumentar tanto los niveles de habilidades como de tecnología en forma conjunta que intentar efectuar mejoras en sólo uno de estos ámbitos.

En la economía del conocimiento, las nuevas tecnologías tienen el "sesgo de las destrezas", dice el informe, en el sentido de que éstas demandan una mano de obra altamente especializada para explotar el potencial de aumentar la productividad y el crecimiento económico. Para atraer y fomentar la integración de dichas tecnologías, el informe recomienda que los países adopten políticas que fomenten las destrezas y habilidades de sus pueblos, al mismo tiempo que se abran al comercio exterior e inversiones, y otorguen incentivos que alienten a las compañías privadas a invertir en investigación y desarrollo.

América Latina está en una situación de significativa desventaja en la adopción, adaptación y creación de tecnologías destinadas a aumentar la productividad debido a sus debilidades en el ámbito de logros y matrícula educativos. El estudio revela que "el déficit en logros educacionales en América Latina es profundo"; los adultos latinoamericanos tienen un año y medio menos de escolaridad de lo que se habría esperado, dado su ingreso per cápita. Si bien la mayoría de los países de la región muestran altas cifras de inscripción en la escuela primaria, se observan "déficits masivos" en la inscripción a nivel de la escuela secundaria.

Asimismo, el flujo de importación de bienes de capital –el cual a menudo implica la incorporación de nuevas tecnologías-, así como la adquisición de licencias de tecnologías extranjeras, es relativamente bajo en muchos países de América Latina y el Caribe. El documento también revela que la región se encuentra muy por debajo de Asia del Este en áreas como el uso de computadoras y registro de patentes, indicadores que sugieren una incapacidad de ensamblar tecnología e innovación con miras a fortalecer la productividad. La investigación y desarrollo en el sector privado, que tiene un efecto mayor en la productividad que la que se realiza en el sector público, sigue siendo escasa. Para llegar a estas conclusiones, los autores del estudio compararon productividad, crecimiento, logros educacionales y apertura a importaciones de tecnología de bienes de capital de ciertos países de la región con aquellos llamados "tigres" del Asia del Este, así como con el "país promedio", según se desprende de estadísticas globales sobre estas variables.
Niveles de mal desarrollo de la ciencia y tecnología en América latina.

Concepto de tecnología apropiada de la misma forma que en el punto anterior hemos definido nuestra concepción de lo que son las necesidades humanas fundaménteles, habremos de definir, o re definir, nuestra concepción de la tecnología, en general, y de aquella que llamamos “apropiada”. Si partimos nuevamente de nuestro postulado básico de que el desarrollo tiene que ver con personas y no con objetos, tendremos que desterrar de partida todas aquellas definiciones que reducen la tecnología a “la ciencia de las artes mecánicas e industriales”. De hecho, la tecnología, en sus múltiples manifestaciones, es una parte significativa del mundo humano. Sus estructuras, procesos y alteraciones entran y se hacen parte de las estructuras, procesos y alteraciones de la conciencia humana, de la sociedad y de la política. Podríamos definir la tecnología como el conjunto de herramientas, materiales, conocimientos y habilidades empleados para satisfacer las necesidades de una comunidad, así como las relaciones mutuas que su uso establece. Esto implica, de hecho, que la tecnología puede ser considerada una forma de expresión de una acción social, en quelas máquinas y herramientas proporcionan los medios por los que las acciones sociales son organizadas y realizadas.

Hablar de “tecnologías apropiadas”, implica entonces hablar de tecnologías apropiadas (o que responden) a las necesidades de un cierto grupo humano; de una comunidad que habita en un cierto sector geográfico, que tiene una determinada cultura, que vive según su propia escala de valores y que requiere sus propias formas de expresar su acción de resolver sus necesidades específicas, y estas necesidades, como ya hemos visto, abarcan todos los planos de la existencia humana. Por lo tanto, si entendemos la tecnología como un instrumento destinado a satisfacerlas, este debe intentar la satisfacción simultánea del máximo de necesidades existentes, y si esto no es posible, al menos no puede condenar al hombre a resignar o

Por ejemplo, un individuo que se siente impotente al verse controlado o manipulado por otra gente o por una máquina computarizada, es un individuo que renuncia a su necesidad de comprender, de crear, de participar, de establecer relaciones afectivas y de decidir respecto del medio que le rodea, en una de las actividades fundamentales de su vida: su trabajo. Todo esto a cambio de un salario que le otorga la posibilidad de satisfacer sus necesidades de alimentación y abrigo. Los medios son, para nosotros, parte del fin, y deben por lo tanto expresar en su fondo esa intencionalidad. El primer aspecto esencial entonces, en nuestra definición de tecnología apropiada, es que ella debe ser creada en función de satisfacer las necesidades fundamentales de una comunidad determinada, y no en función de las demandas económicas abstractas de un mercado a menudo desconocido para los productores. Esta primera definición implica que este tipo de tecnología tiende a producir los bienes y servicios que ese grupo Humano necesita; implica además que su concepción es simple, que permite a los usuarios su comprensión, aplicación Y desarrollo autónomo; por último, este, aspecto la define como no contaminante, como una tecnología que procura Mantener el equilibrio de los ecosistemas fundamentales.

El segundo aspecto esencial es el de los recursos. La autonomía necesaria a la participación activa de la población, Exige la utilización primordial de los recursos disponibles en el medio físico, económico, social y ecológico al cual habrá De dirigirse el desarrollo propuesto. En el medio urbano es especialmente importante que la tecnología diseñada Reconozca las fronteras y limitaciones económicas de la pobreza.

Este segundo aspecto caracteriza este tipo de tecnología como de baja inversión de capital y uso intensivo de mano de Obra. Al mismo tiempo se puede predecir que será, generalmente, de pequeña escala, pudiendo ser operada mantenida y gestionada a nivel local. Por último, es preciso señalar aquí la necesidad de utilizar los recursos naturales de una manera racional y en una perspectiva solidaria hacia las generaciones futuras. El tercer factor fundamental a considerar en esta definición es el medio social. La educación, la cultura, los hábitos y valores de una población no pueden seguir considerándose un obstáculo al desarrollo, entendido en el concepto de la sociedad dominante, sino más bien como la base sobre la cual ese grupo humano debe edificar su propio desarrollo.

LA DEPENDENCIA TECNOLÓGICA

La dependencia tecnológica es un fenómeno contemporáneo muy complejo que afecta a la mayor parte de los países. Constituye uno de los obstáculos principales para el desarrollo económico, y es a la vez un reflejo de la dependencia económica, política y cultural en que están inmersos los países subdesarrollados. Así se compra tecnología del exterior para lograr el desarrollo económico y se incurre en una dependencia. De esta manera se forma un círculo vicioso del que es muy difícil salir.

Llamamos tecnología al fenómeno que nos envuelve con artefactos y aparatos técnicos de manera cotidiana en nuestro mundo. Así, utilizamos este término para describir peyorativamente ¾unas veces¾ a los elementos que nos incordian, otras veces para demostrar los avances que la ciencia ha aplicado en nuestra sociedad. En realidad es eso: Tecnología como elemento que no hace sino configurar nuestro entorno en la Era en que vivimos. Y es que la tecnología nos acompaña desde tiempo atrás. Podríamos situar su origen con Gutenberg en el Renacimiento, cuando transformó una vieja prensa (de prensar) en una máquina que podía hacer libros de manera automática. Con este hito histórico, lejos aún de alcanzar la Sociedad de la Información, la humanidad había dado un gran paso para la globalización y la transmisión de la cultura, de las ideas.

Pero lo cierto es que ha pasado el tiempo y seguimos envueltos en un mundo tecnológico que reclama del hombre un modo nuevo de aprendizaje, de adaptación a cada nuevo entorno que vamos construyendo a nuestro alrededor. A principios del siglo XX, en plena Revolución Industrial, las personas trabajadoras eran un elemento más en la cadena de montaje, una pieza de ese engranaje industrial que conformaba el mundo laboral. Y efectivamente se habían producido avances para la humanidad, se comenzaban a combatir enfermedades de manera más eficaz con el descubrimiento de las causas de éstas y la industrialización de los antibióticos que las vencían. Podíamos recibir noticias de otros lugares, gracias a la radio, más tarde, gracias a la televisión.

Responder de manera dicotómica a la bondad o maldad de la tecnología o de los avances tecnológicos, nos haría caer en una reducción simplista en la que no habríamos contemplado la variable más importante: el Socio sistema. Si recordamos “la costa de los mosquitos”, película en la que el actor Harrison Ford trataba de llevar la tecnología frigorífica a un clima inhóspito desde su punto de vista, podemos ver los resultados de su aplicación sin tener en cuenta las consecuencias de tal implantación en un socio sistema aún no preparado para asumirla. Y como final, el fracaso más estrepitoso. Pero esto no es más que una muestra de lo que supone olvidarnos de la variable social.

Muchas son las ventajas para la humanidad de los avances tecnológicos, eso es indudable, aunque también debemos reflexionar sobre los tributos que hemos de pagar como usuarios de esta nueva cultura tecnológica. Uno de ellos, quizás el más importante: la dependencia tecnológica. Y esa dependencia es directamente proporcional al uso cotidiano que hagamos de ella. Aclararé este punto convenientemente.

Vemos a nuestro alrededor infinidad de muestras de este avance tecnológico (teléfonos móviles, ordenadores, etc.) Pues aquellos elementos que han llegado a pertenecer a nuestra realidad más cotidiana son los que con mayor fuerza van conformando nuestras nuevas necesidades y son los que van generando en nosotros esa dependencia a la que antes aludía. El teléfono no se convirtió en una necesidad de primer orden en nuestra cultura hasta que no fue un elemento que compartía una mayoría de hogares; del mismo modo, aunque de manera más vertiginosa, le ha sucedido (o le está sucediendo) al correo electrónico. Del mismo modo le ocurrirá a innovaciones tecnológicas que irán
Es preciso incidir en que la dependencia tecnológica a la que nos referíamos antes abarca de manera particular a la Red. Podemos afirmar que un porcentaje importante de nuestro tiempo lo dedicamos a navegar por Internet. Esto que puede suponer para las empresas pérdidas millonarias a causa del número de horas que se pierden, supone un número de horas en los adolescentes muy superior a las que dedican al estudio, a las relaciones interpersonales o al deporte. Tendríamos que plantearnos esta paradoja: la gran Red, que es sinónimo de interacción, de intercambio más allá de las fronteras convencionales, ¿No será en realidad un elemento que aísla al ser humano?

EL PROTECCIONISMO

Política comercial que descansa en la imposición de aranceles u otro tipo de barreras a la importación, con el objeto de estimular la producción doméstica. El proteccionismo, en este sentido, se opone al libre comercio internacional.

El proteccionismo tiene estrecha relación con la doctrina de la seguridad alimentaria, que destaca la importancia que tiene para un país el autoabastecimiento de productos agrícolas, especialmente en caso de guerra o de bloqueo externo y con la política de sustitución de importaciones. En general, refleja la presión política ejercida por los productores locales que no están en condiciones de competir en el mercado internacional. El proteccionismo fue la política comercial clásica que siguieron las naciones durante la época del mercantilismo, pero ha tendido a declinar históricamente en la medida en que se confirmaban los beneficios de las ventajas comparativas en el comercio internacional, con el consiguiente descenso en los precios finales a los consumidores.

Por el distinto impacto que tiene en los agentes económicos la liberalización del comercio. Existen costes de ajuste en el paso al libre comercio. Por ejemplo el plátano de Canarias ha crecido por la protección. Ahora hay que desprotegerlo para hacerlo más vivo. Se beneficiarán los grandes productores como Colombia y se perjudicarán los canarios. También serán beneficiados los consumidores al tener mejores precios; luego al político le puede interesar el mantener esas barreras ya que el distinto precio, hace que la balanza se incline hacia uno y no hacia otro lado.

ARGUMENTOS DEL PROTECCIONISMO

Argumentos que un país o industria puede exponer para la protección:

Protección de una industria naciente: una industria debe alcanzar un tamaño mínimo eficiente para poder ser competitiva, no necesitando protección después. Esto lo hizo el INI en su tiempo para generar una masa crítica para reducir su protección (siderurgia, astilleros, telefonía,...).
En realidad esto siempre ha fracasado, ya que al enfrentarse a mercados con competidores eficaces, no había estímulo al desarrollo. Además, una vez desarrollado, adquiere mucho poder, empleos, peso político,... lo que hace que el Gobierno sea reticente a la supresión de la protección.
Razones de seguridad nacional: con el proceso de liberalización se tendería a especializar la producción, quedando el país desabastecido de esos bienes. Por eso se protegían sectores básicos, estratégicos, por si surgiesen crisis o reducción del comercio internacional.

Protección de la salud pública: determinados países tratan de salvaguardar la salud de la población o de determinados recursos productivos, de manera que los procedentes del exterior no puedan alterar la salud pública. Por ejemplo, la importación de vacuno de EEUU ya que alimentan al ganado con productos prohibidos en Europa.

VENTAJAS Y DESVENTAJAS DEL PROTECCIONISMO

El proteccionismo es bueno para proteger la producción nacional de la competencia de productos que se importan que compiten o podrían competir de forma muy fuerte con el productor nacional, ya sea por que el producto importado sea mas barato, de mejor calidad o de una marca de mayor renombre lo negativo podría ser que al eliminar esa competencia el producto nacional podría aprovechar esa protección para acaparar el mercado y subir los precios del producto de forma excesiva, creando un monopolio o algo por el estilo. Creo que el proteccionismo es positivo en algunos productos, pero considero que es mejor que los gobiernos promuevan mas la producción y la distribución al producto nacional, claro sólo so éste es de calidad. Por ejemplo USA es un país altamente proteccionista... pero si pagas toda la parte impositiva que exigen te dejan introducir tu producto, esto si te es viable después de todas esas cargas impositivas al comienzo... y permisos o licencias... Al no haber proteccionismo se abre una brecha para inversiones extranjeras que podrían crear puestos de trabajo tipo proletariado... eso no esta mal, pero suele suceder que si los gobiernos no siguen de cerca esta actividad las empresas suelen abusar de la mano de obra local.

IMPLICACIONES DEL PROTECCIONISMO

Los subsidios agrícolas de los países industrializados siguen siendo, a pesar de sucesivas rondas de liberalización comercial, importantes obstáculos para las exportaciones y las posibilidades de desarrollo de los países menores. Según informaciones que manejan empresarios del sector sojero, los subsidios que proporciona Estados Unidos a sus productores de soja, crean distorsiones en el mercado internacional que provocan pérdidas de unos 500 millones de dólares anuales a los exportadores argentinos. Los subsidios a la soja son, en rigor, uno de los tantos instrumentos de promoción de las producciones y las exportaciones del sector agropecuario a los que recurren los países industriales. Entre ellos se cuentan subsidios directos, compensaciones por áreas no sembradas, precios sostén, programas de financiamiento preferencial y barreras arancelarias y para arancelarias para reducir la competencia. Desde fines de los años cuarenta, los países participantes en el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT, según su sigla en inglés), han llevado a cabo numerosas rondas comerciales en las cuales se avanzó en la reducción de barreras comerciales y de subsidios. Los esfuerzos en este sentido prosiguen, ahora, en la Organización Mundial de Comercio (OMC).Pero, en el seno de estas negociaciones el comercio agrícola recibió un tratamiento especial, con el resultado de que los países que con más vigor impulsan la liberalización del comercio mundial, siguen manteniendo instrumentos de excepción que se contraponen con ese propósito.

Más aún, muchos países industriales aumentaron los subsidios en años recientes, como respuesta a la caída de precios de algunos bienes agrícolas, provocada por la crisis asiática. Las trabas al comercio agrícola son motivo de continuos conflictos entre la Unión Europea y Japón, donde los subsidios y la protección son importantes, y los Estados Unidos. Pero los miembros del comercio más perjudicados son los países de menor desarrollo y con una mayor especialización relativa en la producción y exportación agropecuaria y cuyos ingresos dependen en una medida importante de sus posibilidades de vender los productos del campo. Los subsidios provocan, en suma, un perjuicio comercial que reduce la capacidad de muchos países de realizar las importaciones necesarias para su crecimiento o cumplir con los compromisos financieros externos.



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